Friday, October 28, 2011

Fidel Castro analiza golpe de estado entre comunistas y sus consecuencias.

Tomado del discurso pronunciado por Fidel Castro en el Acto de Despedida de Duelo los muertos en Granada el 14 de noviembre de 1983:

Nadie habría sido capaz de imaginarse la tragedia que se avecinaba. Toda la atención se concentraba en otras partes del mundo. Fueron desgraciadamente los mismos revolucionarios granadinos quienes desataron los acontecimientos que abrieron las puertas a la agresión imperialista.

De las propias filas revolucionarias surgieron hienas. Nadie puede asegurar hoy todavía si quienes clavaron el puñal del divisionismo y el enfrentamiento interno, lo hicieron de "motu proprio" o inspirados y alentados por el imperialismo. Es algo que, o lo hizo la CIA, o de lo contrario no habría podido hacerlo más perfecto. Lo cierto es que se usaron argumentos presuntamente revolucionarios, invocando los principios más puros del marxismo-leninismo e imputando a Bishop la práctica del culto a la personalidad y de apartarse de las normas y métodos leninistas de conducción.

Nada más absurdo a nuestro juicio que atribuir a Bishop tales tendencias. Era imposible imaginar a nadie más noble, modesto y desinteresado. Su culpa no fue jamás el autoritarismo, y si algo se le quisiera imputar como un defecto, fue su exceso de tolerancia y de confianza.
¿Eran acaso los que conspiraron contra él en el seno del Partido, del Ejército y de la Seguridad de Granada, un grupo de extremistas intoxicados de teoricismo político? ¿Se trataba simplemente de un grupo de ambiciosos, oportunistas, o incluso agentes enemigos que quisieron hundir la Revolución granadina? Solo la historia podrá decir la última palabra. Pero no sería la primera vez que en un proceso revolucionario haya ocurrido una cosa o la otra.
Según nuestro criterio, objetivamente el grupo de Coard hundió la Revolución y abrió las puertas a la agresión imperialista. Sean cuales fuesen sus intenciones, el atroz asesinato de Bishop y sus compañeros más fieles y allegados constituye un hecho que jamás podrá justificarse ni en esa ni en ninguna otra revolución. Como expresó la Declaración del Partido y el Gobierno de Cuba el 20 de octubre, "ningún crimen puede ser cometido en nombre de la revolución y la libertad".
Bishop, a pesar de sus vínculos estrechos y familiares con la Dirección de nuestro Partido, jamás dijo una sola palabra sobre las disensiones internas que se desarrollaban. Por el contrario, en su última conversación con nosotros, se expresó en términos autocríticos sobre su trabajo en relación con la atención que debía brindar a las fuerzas armadas y a las organizaciones de masas. Prácticamente toda la Dirección de nuestro Partido y nuestro Estado compartió con él largas, fraternales y amistosas horas en la noche del 7 de octubre, antes de su partida de regreso a Granada.
El grupo de Coard nunca tuvo con nosotros tales relaciones, ni tal intimidad, ni tal confianza. Es más, ni siquiera sabíamos que ese grupo existía. Lo que puede señalarse en honor de nuestra Revolución es que no obstante la profunda indignación que produjo entre nosotros la destitución y el arresto de Bishop, nos abstuvimos en absoluto de inmiscuirnos en los asuntos internos, a pesar de que nuestros constructores y demás colaboradores en Granada, que no vacilaron en enfrentarse a los soldados yanquis, con las armas que el propio Bishop les había entregado para su defensa en caso de agresión exterior, podían haber sido un factor decisivo en los acontecimientos internos. Pero jamás se supuso y jamás habríamos aceptado que esas armas se utilizasen en conflictos internos de Granada, y nunca habíamos estado dispuestos a derramar con ellas una sola gota de sangre granadina.
El 12 de octubre Bishop es destituido por el Comité Central, en el que los conspiradores habían alcanzado una mayoría. El 13 es arrestado en su domicilio. El 19 el pueblo se subleva y liberta a Bishop. Ese mismo día, el grupo de Coard ordena al ejército disparar contra el pueblo y son asesinados Bishop, Whiteman, Jacqueline Creft y otros valiosos dirigentes revolucionarios.
Los imperialistas yankis, apenas se manifestaron las disensiones internas que salieron a la luz el 12 de octubre, decidieron la invasión.
Es conocido públicamente el mensaje enviado por la Dirección del Partido cubano al grupo de Coard el 15 de octubre, en el que expresábamos nuestra profunda preocupación por las consecuencias tanto internas como externas de la división surgida, y nuestra apelación al sentido común, la serenidad, la sabiduría y generosidad de los revolucionarios. Esta referencia a la generosidad era una apelación a que no se usase la violencia contra Bishop y sus seguidores.
Este grupo de Coard que tomó el poder en Granada, se manifestó desde el primer instante con grandes reservas hacia Cuba, por nuestra conocida e incuestionable amistad con Bishop.
La prensa nacional e internacional ha publicado nuestra enérgica condena a los hechos del 19 de octubre, día en que Bishop fue asesinado. La verdad es que nuestras relaciones con el fugaz gobierno de Austin donde el verdadero jefe era Coard, fueron frías y tensas, de modo tal que en el momento de la criminal agresión yanki no existió la más mínima coordinación entre el ejército granadino y los constructores y colaboradores cubanos. Se han publicado los puntos esenciales de los mensajes enviados a nuestra Embajada en Granada entre el 12 y el 25 de octubre, día en que se produce la invasión. Esos documentos quedarán para la historia como prueba irrecusable de nuestra limpia posición de principios con relación a Granada.
El imperialismo, por otra parte, presentaba los acontecimientos como el advenimiento al poder de un grupo de comunistas de línea dura, fieles aliados de Cuba. ¿Eran realmente comunistas? ¿Eran realmente de línea dura? ¿Podían ser realmente fieles aliados de Cuba? ¿O eran más bien instrumentos inconscientes o conscientes del imperialismo yanki?
Búsquese en la historia del movimiento revolucionario, y se verá más de una vez la conexión entre el imperialismo y quienes asumen posiciones aparentemente extremistas de izquierda. Pol Pot y Ieng Sary, genocidas de Kampuchea, ¿no son hoy los más fieles aliados del imperialismo yanki en el sudeste de Asia? Nosotros, en Cuba, desde que surgió la crisis en Granada, al grupo de Coard, por llamarlo de algún modo, lo llamábamos el "grupo polpotiano".
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